Escalada en Geyik Bayiri, Turquía
Corría noviembre y andábamos buscando un destino para las Navidades. Iba a ser un viaje corto, de esos que cuando quitas los días de viaje te quedas al final con 5 días. Y después de descartar Cerdeña, Sicilia y Grecia por lo caro de los vuelos al final pusimos nuestros ojos en Turquía, más concretamente en la escuela de Geyik Bayiri, famosa por sus chorreras y roca de calidad premium.
Aquí y allá interminables franjas de una caliza de gran calidad dan forma a un valle en forma de herradura. En el centro varios campings ofrecen alojamiento y comida, todo lo que los escaladores podemos necesitar. Con la playa a 15 km, montañas nevadas en la lontananza y ruinas licias a apenas 30 minutos. Clima mediterráneo para escapar del crudo invierno de la Zona Centro. Y sobre todo, cientos y cientos de vías a no más de 15 minutos andando forman el particular menú con el que desayunas cada día.
Nosotros optamos por el camping JoSiTo, llevado por y para escaladores, donde nos cuidaron muy bien. Montado por alemanes y con un público mayoritario teutón, ofrece alojamientos de todo tipo, desde el más lujoso chalet hasta tiendas, pasando por bungalows y hasta caravanas. También puedes concertar con ellos la recogida en el aeropuerto de Antalya, situado a unos 40 minutos, con lo que te quitas de alquilar coche y demás.
Tras hacer escala en Estambul y sacar el visado, el viaje hasta Antalya corrió sin sorpresas hasta que llegamos al aeropuerto. Allí mirábamos desconsolados a la cinta transportadora en espera de unos petates que no salían. Pasaban los minutos y sin conexión a internet tampoco sabíamos si estaban fuera esperándonos para llevarnos al camping. El inglés de los turcos por lo general no es especialmente bueno y no nos explicaban donde estaban los petates. Nos explicaron que los petates iban a la terminal internacional (estábamos en la de vuelos domésticos) por venir de un vuelo internacional y que debíamos ir allí, a unos 3 kms en un bus. Una locura. Hasta que se nos aparecieron dos ángeles salvadores en forma de pareja turca mayor que también estaban buscando sus maletas. Nos agarraron del brazo, nos subieron a un taxi con ellos y nos llevaron a la terminal. Hasta se ofrecieron a llevarnos a Geyik Bayiri al salir de la terminal, pero allí estaba nuestro transporte esperando. Por fin llegamos al camping, donde más de 100 personas estaban de rave por Nochevieja. Too much for us!
Tras desayunar nos dirigimos el primer día a los sectores Sarkit y Magara, desplomados y con cuevas repletas de chorreras y agujeros. Roca pinchuda en las placas y de tacto más agradable en los desplomes. Vías que llegan hasta los 40 m y más y sol, mucho sol. Escalas en camiseta y por ratos puede hacer hasta calor, pero para eso están las cuevas, para buscar la sombrita.
Poco a poco te vas adaptando a la escalada turca y vas probando vías aquí y allá, muchas de una calidad comparable a cualquier otra de Siurana u Oliana.
Y cada noche nos recogíamos para cenar en el camping y echar unas cartas al calor de la estufa, antes de dirigirnos hacia nuestro bungalow.
Un bungalow con vistas a uno de los sectores más espectaculares que hayamos visto nunca, Trebenna, donde las espectaculares estalactitas han crecido hasta tamaños descomunales hasta unirse con el suelo, formando una galería de arcos y pasadizos que te dejan sin habla. A escasos 150 m del bungalow te plantabas en este laberinto gaudiano inigualable con solo cruzar el río (ojo, que el último día no pudimos por las lluvias).
Una de las cosas que más nos llamaron la atención era que podías subir por estas columnas calcáreas grandes como autobuses por quintos y sextos bajos, todo un regalo. Y además podías encontrar vías de quinto y sexto que o bien hacían de primera reunión de un octavo o bien estaban intercaladas con vías más duras, por lo que todos encuentran un reto a la medida de sus posibilidades en la mayoría de los sectores.
Y como no todo es escalar aún quedó tiempo de cruzar el crecido río y subir por el Camino Licio a las ruinas de Trebenna, antigua ciudad licia encaramada en lo alto de una plana meseta defendida por paredes de roca por sus costados. Desde aquí vieron pasar a Alejandro Magno en su conquista de Asia Menor, a las legiones romanas, a persas y a tantas y tantas culturas. Levantarte a las 7.30 el último día para ver unas ruinas perdidas en el pinar antes de desayunar no tiene precio. Las imágenes no hacen justicia a la sensación de descubrir la historia en cada uno de sus rincones.
Y así llegamos al final de nuestro viaje, despidiéndonos con un hasta pronto de este paraíso situado al otro lado del Mediterráneo. Y como los Reyes Magos, vinimos de Oriente el día 6 camino de casa, cansados y tristes, pero contentos de lo afortunados que somos de poder haber estado en un sitio tan increíble.
Si quieres saber más sobre la escalada deportiva en Turquía consulta: https://climbnomads.com/post/turquia-escalada-mejores-sectores