Al estilo escocés en el Almanzor

Hoy me toca contar la escalada con palabras y no con imágenes, pues en los largos de salida la GOPRO decidió quedarse, quizá para siempre, en esta montaña.

A las 9:30 comenzamos a subir la cuesta. Entre charlas y luces misteriosas de un invierno en pleno equinoccio se nos pasó la cuesta y estábamos en la laguna. La vimos un poco fracturada por los bordes y no nos atrevimos a cruzarla. La bordeamos. En el refugio nos calzamos los crampones y sin más dilación continuamos la ascensión. Íbamos como aviones. Ya a dos piolets, cogimos la pala directa buscando los resaltes para calentar mente y gemelos. Enseguida estábamos bajo el cono donde comienza la vía.

Con la cuerda ensacada en la mochila lista para ser utilizada, y el material en el arnés, comenzamos la escalada del diedro, convertido en una fina goulote tumbada. Yo voy en cabeza pues es la primera vez que entro en esta vía y Carlos me la regala. Un pitón, otro pitón, y me veo justo debajo del bloque empotrado mirando el resalte que viene a continuación. Se trata de una chimenea completamente verglaseada. No me atrevo a continuar a pelo. Le paso un cabo a Carlos y tiro ya asegurado por mi compañero. Según las guías es un largo de 3+ de hielo o M3+. Hoy no era así. Estaba tremendamente delicado. Piolets y crampones en la fina capa de verglás, poroso y quebradizo. Espalda apoyada en la pared de enfrente. En una de las suaves patadas rompo la parte izquierda de la plancha que va directa a Carlos. Le golpea en el casco y le arranca la GoPro, pero logra detener su caída. No ha pasado nada. Tras unos metros muy delicados sin protección, llego a otro bloque y estirándome, con cuidado de no ponerme de puntillas para no sacar las monopuntas de mis crampones del fino hielo, logro empujar un Totem verde en una fisura. Chaparlo me cuesta unos minutos por no desequilibrarme al coger la cuerda. Salgo a lo fácil y unos metros más arriba monto reunión en un hombrito. Buf. Ha sido un largo magnífico. Carlos sube despacio. Ha flipado con el largo. Nunca lo había visto así. Le aseguro el destrepe de unos 40 metros que nos conduce al resalte de la Norte Clásica.

Comienza a escalarla. Le filmo desde el hombro pues es bonito ver como a veces desaparece entre las constantes duchas de nieve que las palas cimeras van purgando. Arriba tiene que estar dura la cosa. Destrepo y cuando llego al primer seguro cojo la cuerda de mi compañero para asegurarle. En unos minutos estoy helado. Escalo el resalte y salgo a la pala donde está Carlos. Me duelen mucho las manos. Eso es bueno, están volviendo en si. Me pongo los guantes calientes. Le doy la cámara para que me filme un poquito, y salgo como un obús hacia la cima. Tengo frío e ir rápido me calentará.

En unos minutos estamos ambos en la cima. Le pido a Carlos que saque la cámara para filmarnos en medio de la ventisca, en esa cima tan familiar que hoy nos resulta tan extraña. La cámara ya no estaba en su chubasquero. No estaba en ningún lugar. La buscamos entre la ventisca. Carlos destrepa hasta la última reunión y tampoco. Seguimos buscando cerca de la cima. Sin gafas no veíamos nada. Con gafas tampoco. Me voy a montar el rapel y se lo dejo a Carlos. Destrepo la expuesta travesía con las puntas frontales. Destreparla de pié como tantas otras veces he hecho, incluso con clientes, me resulta imposible. Voy ciego por la ventisca que viene de la oscuridad del fondo de las canales directa contra mi cara y no confío en el relieve que no veo. En el collado espero a Carlos. Le grito desde detrás de la roca que me protege por si acaso se desorienta.

Bajamos toda la canal con cuidado, un poco a tientas. Decidimos hacer el flanqueo a la base de la Norte para buscar la cámara, pero no hay manera. Hasta el verano no aparecerá. La cámara es lo de menos. Me encantaría ver las imágenes y poderlas montar en un corto vídeo. Sería el vídeo de una vía en Ben Nevis. Es lo que hay. Le digo a mi compañero que no sufra por el aparato. Paramos en el refugio a secarnos un poco, hidratarnos y comer algo para enseguida emprender la cuesta arriba, que luego será cuesta abajo, y nos dejará en el coche. Allí llegamos 8 horas después de haber partido por la mañana. Es cuando nos damos el abrazo de cumbre. A pesar de los 300 pavos de la cámara bajamos con la sensación de haber hecho alpinismo de verdad, solos, en esta magnífica sierra.

Y a continuación añado el relato escrito por la otra mitad de la cordada. Es largo, pero vale de verdad la pena leerlo:

                   UN DIA CASI PERFECTO

 

No sé muy bien donde estoy, ni que estoy haciendo, pero seguro que mola…….suena un ruido infernal y me levanto sobresaltado… ¿Qué pasa?, ¿Qué es esto? Al girar la cabeza veo el cochino móvil casi botando en la estantería, maldito despertador.

Observo la hora, joder, no hace ni tres horas que me acosté. Ducha rapidita y refunfuñando a vestirme. Cuando veo el macuto, las botas y los piolets dejo de maldecir.

A buscar a Dani y a picar hielo. El viaje como siempre desde un tiempo a esta parte, como paseando a miss Daysy de lo lento que voy. Parada cafetera y al lio. Llegamos a la plataforma a buena hora, solo hay dos coches. En realidad la hora no me preocupa pues sé que con Dani hacemos la actividad y regresamos con luz de sobra incluso para hartarnos de café en el pueblo.

Empezamos a subir charlando de todo un poco, la subida se hace amena y vamos a buen ritmo, solo espero no acusar el cansancio de la tarde anterior trabajando y el sueño que llevo encima, de la falta de entrenamiento ya tendré tiempo de preocuparme. Cada poco tiempo observo lo que me rodea, el estado de la nieve, que es excelente y permite una rápida progresión, el cielo con sus colores y matices, y las nubes, que empiezan ya a acelerar su devenir por el cielo. Aún es pronto para preocuparse.

Al llegar a Barrerones la nieve esta como una piedra, genial, bajamos deprisa y adelantamos a otra cordada que se aproxima al refugio. La laguna nos da un poco de miedito, hay pozas en los laterales y optamos por no cruzarla, yo ya me duche y Dani dice que un baño helado a estas horas no procede. En el refugio nos calzamos los crampones y nos ponemos ya en modo aproximación, el estado de la nieve es una delicia, al subir le daba vueltas a la cabeza pensando en este tramo, con nieve blanda es una tortura y no me apetecía pasar por eso pero con la nieve así es un lujazo.

Antes de llegar al desvío que inicia la entrada a la portilla y la subida normal ya tenemos los dos piolets en las manos y estamos picoteando en los resaltes que vamos buscando adrede, trazando una línea recta hasta el inicio de la vía, probando sensaciones y el estado del hielo, que donde abunda es bueno, pero donde escasea se fractura y no aguanta el peso, se desprende de la roca con demasiada facilidad. Al llegar al cono inicial del diedro nos detenemos solo lo justo para pasarle el material a Dani, el ensaca la cuerda y empieza a subir, de momento vamos sin usar la cuerda, él se adentra en el diedro, va delante mientras yo le voy filmando en la estrecha y tumbada goulot. Al llegar al bloque empotrado la cosa se pone minina, hay que pasar por debajo para incorporarse sobre el estrecho bloque y escalar el muro verglaseado de la izquierda, ahora no parece un M3, yo he pasado por ahí en esas condiciones y se lo que es. Saca la cuerda, me baja un cabo y le aseguro, yo me anclo a un clavo con un maillon que tengo a mi alcance, no es un sitio cómodo pero en peores lugares hemos estado, solo me preocupa lo encajonado del lugar, canaliza todas las descargas de lo que se pueda desprender por arriba, y algo fijo que me va a caer, Dani mete un tótem y empieza a pelearse con la placa, me avisa de lo delicado y expuesto que esta, pero desde aquí solo puedo darle ánimo. Se de sobra que pasara, así que eso no me preocupa, le veo puntear delicadamente para romper lo mínimo imprescindible, comienzan las primeras descargas de hielo, Dani esta absorto con el tramo que tiene por delante y aunque trata de no romper nada las condiciones son las que son, la lucha está arriba y si cae algo que caiga, él va delante y es quien se la está jugando. Llega a un clavo, lo chapa y sigue, aquí ya se pone más duro, y empieza a caer de todo, tiene que apoyar la espalda en el muro de detrás para descargar algo de peso a los monopunta, se afana en poner un tótem pero le falta otro paso más para poder poner algo fiable antes de que todo se venga abajo, ambiente apocalipsis now, cae de todo y cada vez más grande……..observo el clavo que me une a la pared, tiene un maillon, aquí, pienso, es donde se dan la vuelta los materialistas, los que sienten demasiado apego por todas las cosas que tienen y que pueden llegar a tener…..los que aman la vida por encima de todo y no se la juegan si no llevan en la mano una escalera de color….nosotros con una simple pareja vamos a saco, si al final resulta ser un farol ya lo pagaremos.

Dani está peleando de lo lindo, pero está motivado y de alguna manera casi se alegra de que este en esas condiciones, así se tiene que aplicar más. Desde arriba me grita que va a caer una buena plancha, me preparo para recibir el impacto, me meto en mi trinchera y solo procuro no dejar de asegurarle pase lo que pase……la plancha golpea el bloque y se despedaza, caen misiles por todos los lados y vienen hacia mí, me protejo y uno grande me golpea el casco, instintivamente alzo el brazo izquierdo mientras sigo asegurándole con el derecho en el momento justo de detener la cámara, que ya salía despedida tras el choque……menudo paradón, a una mano y mirando hacia otro sitio, esta Buffon se la habría comido fijo, por muy buen portero que sea. Tras unos delicados pasos coloca un tótem, pero no lo chapa, su situación es bastante precaria y opta por avanzar un poco más hasta poder chaparlo con más ¿seguridad? Oír el chasquido del mosquetón es algo que reconforta más que cualquier otra cosa en esos momentos, un poco más arriba la dificultad cede y aumenta el ritmo, en muy poco tiempo tiene la reunión montada y me grita que suba. Ninguno de los dos nos hemos percatado del brusco cambio de tiempo, la ventisca arrecia, nieve y cristales de hielo acuchillan la cara y los ojos. Guardo la cámara, ay la cámara, y comienzo a subir, tengo las manos congeladas, me duelen mucho así que en breve volverán a estar calientes, las punzadas son insoportables pero a la vez buen síntoma, el riego vuelve. Cuando llego al tramo difícil alucino en colores, no había visto esas condiciones en ese tramo nunca, el hielo se desprendía de la roca nada más golpear con el piolet, subo tratando de ganchear en lo que Dani utilizo, y la espalda a la roca de atrás, como apenas queda hielo tengo que colocar los pies de forma poco convencional, empotro las rodillas contra la roca y los pies en la roca de atrás, los crampones resbalan un poco pero aguantan al coger alguna vira de roca y con los piolets en los ínfimos agujeros que Dani dejo tiro hacia arriba, al pasar el segundo clavo veo que también tiene un maillon, aquí se dan la vuelta los valientes, pienso, o los que se dan cuenta de lo delgada que es la línea que separa la reunión del hospital…..por mal tiempo no creo que este ese maillon ahí peor del que hace ahora….nosotros con nuestra pareja hemos seguido, tal vez no sea de ases, pero ahora, al realizar algunas extrañas contorsiones más y ya por fin morder algo de hielo con los crampones, nos va a servir para ganar la partida.. Al llegar al tótem veo lo precario y expuesto de lo que se acaba de currar Dani, si señor, un muy buen largo, debe estar contento, joder, visto desde fuera podemos pasar por dos tarados, quien en su sano juicio puede alegrarse de pasar por ahí, está claro que gente como nosotros.

Cuando llego al collado la ventisca le está azotando de lo lindo, pero su rostro, y sobre todo su sonrisa, expresan una enorme felicidad, no importa el horrible tiempo que se está poniendo peor por segundos, importa el ahora. Me asegura el destrepe hasta la entrada de la norte clásica, luego sigo hacia arriba, coloco un tótem y seguimos en ensamble hasta que Dani llegue a él, uno hacia arriba y otro hacia abajo, la ventisca haciendo de las suyas y nosotros a lo nuestro, la temperatura ya está cayendo en picado. Llego a una reunión pero pongo una cinta larga y continuo, las purgas que vienen desde arriba me bloquean, y algunas me empujan hacia abajo ya con algo de fuerza, Dani me grita desde abajo para que ponga algo donde me encuentro, pongo el tótem más grande que llevo, ahora caen auténticas cataratas de nieve polvo que me cubren por completo, en cierto modo es normal, soy poca cosa y no hace falta que caiga mucho para que me tape. Mientras sujeto el piolet con la mano izquierda trato de alargar el seguro con una cinta, cada vez cae más, a tomar por culo, mosquetón con mosquetón y para arriba, a salir al islote de roca que hay en la amplia pala de salida de la norte. Monto reunión y aseguro a mi compañero para que suba, llega en muy poco tiempo, ahora le duelen a él las manos pero se alegra, es buena señal, que básicas son nuestras alegrías.

Me pasa la cámara y continua por el corredor de la izquierda hacia la cima, el tiempo es deleznable y va hacia arriba como alma que lleva el diablo, mientras le aseguro me invade una extraña sensación de felicidad, por estar aquí en este instante, por poder compartir con Dani esta situación, que seguramente a muchos les haría darse la vuelta en el refugio al ver el brusco cambio de tiempo, ya no tengo frio, la ventisca me zarandea pero estoy feliz, ¿Quién dice que en esta modesta sierra no se puede encontrar alpinismo de verdad?

Cuando llega a tope de cuerda guardo la cámara al más puro estilo gañan, desmonto la reunión y salgo. Llego en nada al lugar en el que mi compi ha montado reunión, aquí ya el tiempo es infernal, me espeta para que suba deprisa el último tramo a la cumbre, voy con cuidado pues el viento me zarandea y los cristales de nieve me ciegan, no veo un carajo, en la cima le aseguro con la cuerda pasada por el vértice, cuando llega estamos los dos en cuclillas, me pide la cámara para filmar la cima y bajarnos a toda leche de allí pero al buscarla en el interior de la chaqueta se me cae el alma a los pies, la cámara no está, habrá bajado por el interior de la chaqueta, no me di cuenta que esta ya no estaba bajo el arnes y se habrá caído.

No puedo expresar con palabras a Dani lo mal que me siento en ese momento, maldigo por lo torpe que he sido al guardarla, de haber perdido tres segundos más la tendría en el bolsillo de la chaqueta, pero Dani le quita hierro al asunto y me devuelve a la realidad de la situación, hay que bajarse, nos estamos congelando. De todas formas buscamos por la zona de cumbre, nada, le pido a Dani que me deje destrepar hasta el islote de roca, aunque eso suponga otro rato más de tortura para el en la ventisca. Bajo mirando por todo lo que puedo llegar a ver, cada vez cae más nieve que tapa las huellas de subida, el marrón arrecia, llego al lugar de la reunión pero ni rastro, por mucho que me pese no puedo seguir buscando con semejantes condiciones y tengo que subir de nuevo. Mientras vuelvo a remontar Dani se va a instalar el rapel, doy un último vistazo por la zona de cumbre y nada, al salir a la vertiente de las canales oscuras me alegro de poder rapelar ese corto tramo, se podría haber destrepado, pero la ventisca arrecia a lo bestia, la cara y los ojos son aguijoneados por infinidad de cristales de hielo, las chaquetas hace un rato que están completamente congeladas y parece que a cada movimiento se vayan a partir, al llegar al final del rapel Dani me lo hace saber para que no caiga hacia abajo, mal sitio para caer, un tobogán helado de los que ponen los pelos como escarpias.

Cuando voy a recuperar el rapel no consigo que salga la cuerda, se ha quedado soldada al anclaje así que me anudo un extremo al mosquetón del descensor y empiezo a destrepar, a los tres o cuatro tirones con el cuerpo empieza a bajar y cuando ya está recuperada del todo la meto en el macuto a estilo compadre, no quiero estar ahí más tiempo del necesario, me pongo las gafas para así poder abrir los ojos, pero nada, no veo una puta mierda, me las quito y avanzo despacio, abro los ojos lo justo para poder visualizar donde voy a bajar los pies, Dani, ya desde el collado de la portilla me grita por si me despisto y sigo bajando más de lo necesario, al llegar a la portilla la ventisca amaina, pero joder, también sopla aquí, así que bajamos de cara a la pendiente. Cruzamos antes de seguir bajando hacia el inicio de la cara norte, por si acaso la cámara llego hasta allí, Dani va delante, a una distancia de cinco o seis pasos, que se cubren de nieve casi al momento, tengo la certeza de que va a ser imposible encontrarla. Aun así, llegamos al pie de vía y buscamos, nada, hay que bajarse ya. Al llegar al refugio nos metemos dentro y nos secamos un poco, comemos y le digo a Dani que me de unos minutos de cuartel para, ahora sí, saborear un purito. Nos percatamos del frio que hace cuando trato de encenderlo y me doy cuenta que el gas del mechero está congelado, pero las tretas del perro viejo le devuelven a su estado y consigo encenderlo, Dani come y yo fumo, estamos felices y solo me devuelve el malestar el saber que he perdido la cámara por gañan y cagaprisas.

A cada bocanada el refugio se va impregnando de ese tufillo asqueroso de tabaco, le pregunto a mi compañero si le molesta, por salir a fumar fuera y me dice que no. Mientras, tratamos de secar y limpiar las gafas. Ya listos cerramos la puerta del acogedor recinto y miramos hacia la subida que nos queda, parece que arriba va a seguir soplando de lo lindo, pero no preocupa porque llegaremos calentitos con la cuesta que tenemos por delante, solo esperamos no desorientarnos arriba si la cosa esta tan jodida como parece. Allí, hace bien poco, hubo un accidente mortal, quien sabe porque, eso no importa, pero te hace ser precavido y te recuerda donde estas y lo caro que se paga un error o un incidente.

Cruzamos de nuevo la laguna por la senda de los gallinas, la otra se la dejamos impoluta a los valientes, o a los que lleven neopreno y botellas de oxígeno, como dicen en Béjar,” para por si acaso”. Al remontar la cuesta Dani me explica algunas canales de descenso para hacer con tablas, con embarques pendencieros incluidos y alguna que otra vía de las que se suelen formar, así llegamos arriba y nos damos cuenta de que esta casi despejado, se ve de lujo, y ya solo nos separa del coche un descenso de lo más tranquilo.

En el coche nos cambiamos de ropa y calzado y le damos un meneo a la empanada que trajo Dani, sabe a gloria, no la cambio por un chuletón en el Txistu, bueno, tal vez sí, pero ahora es un manjar que no hay que despreciar, aquí puedo disfrutarlo y seguramente al Txistu no vaya en mi puta vida. Miramos la hora solo por curiosidad, serán las cinco, hemos salido tarde del coche y llegamos pronto, al final resulta que no vamos a ser tan paquetes.

Ya abajo nieva bastante, ahora se nos ilumina la sonrisa solo con pensar en el merecido café, dejamos avisos por si alguien recupera la cámara y, en un ataque de honradez, decide devolverla. Cosa que dudo, al igual que de la condición humana.

Cafés, y, ahora con la carretera cubierta de nieve, a volver a pasear a miss Daysy, esta vez como vaya con la ventanilla bajada pilla cacho la dichosa señora, hospital o féretro, pero como no soy Morgan Freeman, ni Dani tampoco, ni tenemos la sana intención de beneficiarnos de ella, le damos un poco más de brío al polo. La vuelta sin incidencias y solo me asalta de vez en cuando el pesar de la cámara.

Llegamos a casa, repartimos material y cada mochuelo a su olivo

Me pongo a buscar cámaras nada más llegar a casa, antes incluso de recoger y colocar todo, antes de ducharme.

Una ducha tibia es otro de os lujos que más aprecias después de una jornada asi, al igual que una merecida cena y Bender, (mi estufa) a todo trapo.

Ahora el cansancio hace mella, pero mereció la pena, que día más auténtico. Me preparo una infusión y mientras se va enfriando me decido a escribir esto, no sé si quedará algo en el tintero, algo habré pasado, seguro que sí, pero una jornada así es muy difícil de olvidar, queríamos hacer alpinismo del bueno, del que curte, y lo encontramos, fuimos a eso precisamente, aun a sabiendas de que el tiempo podría ponerse muy feo.

Jugar en casa nos da una relativa ventaja, pero en semejantes condiciones hay que dar un poco más de lo que se suele dar habitualmente, mirando atrás, en estas horas pasadas, creo que a ninguno de los dos se le paso por la cabeza la idea de dar la vuelta, solo seguir, disfrutar, sufrir, volver a disfrutar y de nuevo un poco más de sufrimiento, al fin y al cabo esto va de eso, lo bucólico y demás son gilipolleces que en ese momento ni se te pasan por la cabeza.

 

Algunas veces …..Para llegar al infierno hay que subir.